Tras aclarar que respeta las creencias religiosas de los mexicanos, detalló que el musgo que compran en los mercados o tianguis fue recolectado en los bosques, dejando al descubierto el suelo, el cual se erosiona con el viento, la lluvia y demás agentes, lo que a su vez frena la infiltración de agua, de modo que se arrastra y va llena de materiales indeseables para la calidad del líquido.
«Como consecuencia de ese arrastre de agua se pierden materiales importantes para el suelo, como los minerales a partir de los cuales crecen las plantas», explicó el académico al exponer que las personas que tradicionalmente lo adquieren en estas fechas no saben que una cubierta de esa planta se vuelve a formar en cientos de años.
En entrevista con La Jornada, el investigador especializado en sistemática, ecología y fitogeografía de musgos mexicanos señaló que el daño es múltiple y es lo que debería comprender la gente, porque poco a poco se han retirado los musgos para venderlo en esta época decembrina «y esas carpetas que quitaron ya no se regeneran como antes, porque cada vez alteramos más el ambiente y hay que ir a buscarlo a lugares más alejados».
Ante ello, consideró que lo más importante sería orientar a las personas para decirles que la tradición navideña y religiosa no tienen nada que ver con el uso del musgo, pues si nos apegamos a los paisajes bíblicos, no existen indicios de que el nacimiento de Jesús fuera en zonas boscosas, por lo que se le podría invitar a que utilicen otros materiales para sus representaciones y así «dejar de alterar el ambiente».
Ocupar otros materiales para la representación
Desde su perspectiva, sería mejor que las personas utilizaran paja para representar el nacimiento de Jesús o arena e incluso papel pintado, de tal manera que se acerque más a la región en la que nació y que señalan los pasajes bíblicos.
«Hay que entender que estamos acostumbrados a desarrollar tradiciones y a veces éstas cuestan mucho, en este caso, alteran el ambiente porque cumplen una función muy importante en los bosques y no pensamos que en el largo plazo ello contribuye a la contaminación del suelo, del agua y del aire», indicó.
Una de las funciones principales de los musgos, añadió, es que detienen metales pesados, los cuales son lesivos en otras plantas o especies.
El especialista en biogeografía de la máxima casa de estudios apuntó que no hay un promedio de cuánto tarda en formarse o regenerarse «porque depende de la especie, pero han notado que apenas es uno a dos centímetros por año; sin embargo, si el ambiente estuvo seco es mucho más lento y si al suelo le faltan ciertos minerales todavía es más difícil», subrayó tras añadir que también es época de tomar conciencia y de cuidar nuestro entorno, entre ellos los musgos de los bosques.
Fuente: La Jornada Maya