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Ecólogos mexicanos premiados en España: urgen a frenar la sexta extinción masiva en el planeta

Foto: @FundacionBBVA
Desaparición acelerada
Al recibir el premio, Dirzo dijo que a lo largo de la historia de la vida del planeta se han producido “cinco grandes pulsos de extinción masiva”, y que la última de estas catástrofes tuvo lugar hace 66 millones de años, cuando colisionó un meteorito con la actual península de Yucatán, lo que provocó “el ocaso del reino de los dinosaurios y el florecimiento evolutivo de los mamíferos”.
El trabajo de ambos investigadores ha comprobado que en la sexta extinción de especies –que está en desarrollo–, las tasas de desaparición de vertebrados son entre 100 y mil veces más altas que las que han prevalecido en los últimos millones de años.
La gravedad del ritmo de este fenómeno debería obligar a la humanidad a asumir “el compromiso ético de conservar todo lo posible el tesoro biológico planetario que nos acompaña, del que dependemos y del que formamos parte indisoluble”. Sólo si actuamos para detener la sexta extinción masiva, de la que somos responsables, podremos impedir “la negación del futuro de nuestros descendientes”, señaló.
En su discurso, Ceballos señaló que “innumerables especies han desaparecido por las actividades del hombre, y millones más están en peligro debido a problemas ambientales como el crecimiento de la población humana, el cambio climático, la destrucción del hábitat y la contaminación”.
Externó que “este premio reconoce que logramos demostrar que hemos entrado en la sexta extinción masiva, ya que las tasas actuales de desaparición de especies son hasta miles de veces más rápidas que las de los últimos millones de años, y que concentrar la atención exclusivamente en la extinción de especies subestima el problema”.
Resaltó que el trabajo adquiere relevancia también porque han acuñado algunos términos para reflejar la severidad de esta crisis, como aniquilación biológica, defaunación y aniquilación del árbol de la vida.
“Es claro que nuestro futuro dependerá en gran medida de las estrategias con que abordemos el reto de la conservación de la diversidad biológica y el desarrollo económico y social. Tengo fe y esperanza en que, gracias al conocimiento científico y a los esfuerzos derivados del mismo para la conservación de la naturaleza, podamos mitigar la crisis de la extinción actual y gozar de un mejor futuro”.
En entrevista conjunta, Ceballos y Dirzo expresaron a este medio: que la defaunación y el cambio climático “están íntimamente ligados, son inseparables y van de la mano, de forma que atacar el problema del segundo no debe ser visto de manera aislada, sino conjunta con el primero porque son hechos íntimos”.
“El cambio climático afecta a la defaunación, pero si ésta ocurre y dejan de existir especies que mueven las frutas de ciertos árboles responsables de capturar el carbono y liberar oxígeno, entonces la defaunación también tendrá un efecto en el clima”, explicó Ceballos.
Dirzo reafirmó que “el cambio climático es un problema global de igual magnitud a la extinción de las especies; sin embargo, esta última no ha recibido la misma atención. Es importante entender que ambos fenómenos son similares en efectos y en consecuencias para la humanidad”.
Los investigadores fueron premiados en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación, por documentar y cuantificar la magnitud de la llamada sexta gran extinción de especies. Su trabajo ha identificado que en últimos 550 millones de años de la vida en el planeta se han registrado cinco fenómenos de este tipo, mientras en la sexta hay especies de vertebrados que desaparecieron en un siglo, cuando debieron haberlo hecho en 10 mil años y otros grupos, en 80 mil o 100 mil años.
Su quehacer también es relevante porque Dirzo acuña el concepto defaunación, analogía de deforestación, para referirse a la pérdida o extinción de la fauna.
Papel de relevancia
Al preguntarle cómo afecta lo anterior a los ecosistemas locales y globales, Dirzo explicó que las especies de animales tienen papeles ecológicos importantes, como la polinización, dispersión de semillas, control de plagas y regulación de enfermedades, que son benéficas para la humanidad.
“Hay animales que dispersan los granos de polen de las flores, otros que consumen los frutos para después hacer el papel de jardineros al plantar semillas. También están los que controlan plagas, como los murciélagos, sin los cuales insectos y plagas arrasarían cultivos; asimismo, existen los animales que se comen a otros que son portadores de enfermedades zoonóticas».
“Estos cuatro servicios ambientales ejemplifican la importancia de la vida natural y cómo los humanos nos beneficiamos de ellos, por tanto, se puede dimensionar lo que pasaría en su ausencia, cuando hay defaunación”, explicó.
En su turno, Ceballos explicó que si en México se pierden las poblaciones de jaguar, se trataría de una defaunación local que impactaría solamente al país, a pesar de que esta especie exista en Brasil y en otras partes del planeta, y si se extinguen las poblaciones de elefantes en todo el planeta, se hablaría de defaunación a escala global.
“Ya sea a nivel regional o planetario, este fenómeno tiene impactos en la estructura y función de los ecosistemas, en los beneficios que obtenemos y en la pérdida de la diversidad biológica”, expresó.
Dirzo, en tanto, apuntó que existe una percepción equivocada sobre la sexta gran extinción y sus efectos en los seres humanos, así como en el futuro de la vida: “Muchas veces nos dicen ‘bueno, se extingue una especie como consecuencia inevitable para mantener el bienestar humano’, pero esto es incorrecto porque las enormes tasas del fenómeno están erosionando todos los beneficios que obtenemos del buen funcionamiento de la naturaleza”.
Agregó que “si existe vida en la Tierra es gracias a los animales, las plantas y los microorganismos que generan una adecuada combinación de los gases de la atmósfera para que haya vida o que fertilizan todos los suelos que generan el agua potable».
“Perder la mayoría de las especies de plantas y animales implica para la humanidad un colapso de la estabilidad de la civilización como la conocemos, ya que conlleva grandes problemas sociales, económicos y políticos”, subrayó.
Apuntó también que otros estudios establecen que de continuar la tendencia de extinción de especies, es posible que la humanidad pudiera desaparecer en los siguientes 150 o 180 años.
En este aspecto, Ceballos resaltó que el único cambio global verdaderamente irreversible es la pérdida de biodiversidad, “las modificaciones en el clima, con tiempo y con suficiente voluntad política, los podemos arreglar, pero los cambios en la pérdida de la riqueza biológica del planeta son irreversibles”.
Frente a este escenario, Dirzo señaló que «el papel de la ciencia es ilustrar cuál es la dimensión, conocer cuál es la pérdida y degradación del componente animal de la biodiversidad”.
Desde el ámbito científico, explicó, se ha cuantificado en las últimas décadas en qué consistente la defaunación y sus efectos en los ecosistemas.
Gerardo Ceballos consideró que sin la ciencia “no tendríamos esa línea base para entender qué perdemos, por qué se está perdiendo, y qué va a pasar con esto”.
Fuente: La Jornada Maya.

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